Selena Forever

The Selena Trial

The Houston Chronicles Files

Selena nombró a su asesina, dicen testigos

La cantante la acusó antes de morir

Tomado del artículo de PATTY REINERT y ALLAN TURNER Derechos reservados 1995, Houston Chronicle

9:43 PM 10/13/1995

Mientras la sangre fluía de la herida en su pecho causada por la bala del revólver de calibre 38, la cantante tejana Selena repetidamente le decía a los horrorizados empleados que estaban en el recibidor del Days Inn en Corpus Christi el nombre de su asaltante: Yolanda Saldívar. La acusación de Selena antes de morir -- sujeto del testimonio del viernes en la mañana en el juicio de Yolanda Saldívar que se efectúa aquí -- vino segundos antes de que cayera al suelo de la oficina del motel, asiéndose del pecho y gritando que cerraran la puerta con llave detrás de ella. "Ella estaba gritando, `¡Ayúdenme! ¡Ayúdenme! ¡Llamen a la policía!'", dijo Shawna Vela, una empleada de la recepción del Days Inn donde la cantante recibió un disparo el 31 de marzo. "Ella dijo, `Cierren las puertas porque me disparará otra vez'", añadió Vela, su voz cortándose. Las declaraciones de Vela a la policía, tomadas poco después del disparo, no incluyeron su contención que Selena temía que Saldívar la estaba persiguiendo o que la cantante dijera que cerraran las puertas.

Ella explicó el viernes que estaba perturbada cuando habló con la policía y que recordó otros detalles después. Ella nunca volvió a su trabajo. Su lloroso testimonio, al igual que el de dos otros empleados del motel, fueron hechos con la intención de ayudar a los fiscales a probar que Yolanda Saldívar intencionalmente le disparó y mató a Selena Quintanilla Perez. Saldívar, 35, firmó una confesión en el caso, pero ahora dice que estaba tratando de suicidarse cuando accidentalmente le disparó a Selena en la espalda. El viernes en la tarde, el sargento de la policía de Corpus Christi, Bernardo Torres, -- el primer oficial en confrontar a la acusada de asesinato en el Days Inn -- testificó que Saldívar negó toda relación con el disparo. Momentos después, ella se llevó una pistola a su cabeza y amenazó con disparar. Si es convicta, Saldívar podría pasar el resto de su vida en prisión.

Vela, quien llamó al 911 mientras los otros empleados del motel franticamente trataban de ayudar a la cantante, testificaron que al principio no se habían dado cuenta que a Selena le habían disparado. "Ella estaba gritando, `Ayúdame' y yo la miré y le dije, `¿A qué te ayudo?'", dijo Vela. Ella dijo `Me han disparado', y se volvió hacia mí y vi la enorme cantidad de sangre. Me enfermé". Vela dijo que ella y otros empleados le preguntaron a Selena quién le disparó y ella dijo, "Yolanda -- 158". "Tan pronto como oí 158, supe que estaba hablando del número de un cuarto y corrí a buscar los archivos", dijo Vela. Luego llamó al 911 otra vez para darles información acerca de la ocupante del cuarto. La asistente de la gerencia del motel, Rosalinda Gonzalez, y el director de ventas, Ruben DeLeon, también testificaron el viernes que Selena les dijo que Saldívar le había disparado y que estaba huyendo de ella. DeLeon dijo que le dió pánico cuando vió a Selena por la ventana de la oficina. Dijo que la cantante cayó al suelo y trató de empujar, en vez de jalar, para abrir la puerta, y su sangre salpicó el vidrio. Cuando la cantante cayó al suelo del recibidor, DeLeon dijo que se dobló para hablarle. "Yo empecé a gritar, `¿Señora, quién le disparó?' y ella dijo, `Yolanda Saldívar en el cuarto 158'", testificó DeLeon. "Luego ví sus dedos moviéndose así", dijo él suavemente tamboreando sus dedos en el banquillo de los testigos. "Y luego de pronto pararon".

Los empleados del motel también testificaron que cuando la policía les devolvió el cuarto después de la investigación, descubrieron que la caja fuerte del cuarto 158 estaba cerrada y que la llave había desaparecido. Usando la llave maestra, abrieron la caja fuerte y encontraron una cartera negra. La cartera, la cual contenía, entre otras cosas, 1.900 dólares en efectivo, pasó desapercibida por la policía. Los empleados testificaron que cuando vieron la cartera, inmediatamente volvieron a cerrar la caja fuerte y llamaron a la policía, quien vino a recoger la evidencia. El testimonio del viernes llegó un día después de que otros tres empleados del motel le dijeron al jurado que habían oído un disparo, y luego vieron a Saldívar persiguiendo a la cantante con un arma, maldiciéndola mientras Selena huía. Durante todo el emocional y gráfico testimonio del viernes en la mañana, el hermano de Selena, su cuñada y su cuñado, estuvieron sentados en la primera fila de la sala del tribunal, ocasionalmente secándose las lágrimas y doblándose con sus cabezas entre las manos.

La madre de Selena, Marcella Quintanilla -- quien abruptamente dejó el tribunal llorando el jueves en la tarde -- no volvió el viernes. El padre de la cantante, Abraham Quintanilla Jr., su viudo, Chris Perez, y su hermana, Suzette Quintanilla Arriaga, son testigos en el caso y se les ha prohibido entrar a la sala del tribunal hasta que la defensa los vuelva llamar a testificar. Antes de que el jurado entrara el viernes, el abogado defensor, Doug Tinker, se quejó de que la salida de Marcella Quintanilla del tribunal el día anterior, una acción que él llamó "calculada", fué con la intención de ganar la lástima del jurado. El juez del distrito, Mike Westergren, en seguida mandó a callar a Tinker, diciendo que la madre de Saldívar, Juanita Saldívar, también había dejado el tribunal sobrecogida por la emoción. El juez dijo que las dos mujeres hicieron lo que debían al dejar la sala. El dijo que él vió al jurado y que está convencido de que el panel no lo notó. El jurado de seis hombres y seis mujeres también oyeron testimonio el viernes de un paramédico, Richard Fredrickson, quien respondió a la llamada al 911.

Dijo que cuando él y su socio llegaron al motel, Selena ya había dejado de sangrar del pecho, no respiraba y no tenía pulso. Luego de cubrir el hoyo del disparo con gasa, decidieron "meterla e irse" para hacer llegar a la cantante al hospital más rápido. Durante el viaje de cuatro minutos al centro médico Memorial, dijo Fredrickson, él y su compañero le pusieron un monitor cardíaco a la cantante, pero que mostró sólo débil actividad eléctrica en el corazón. Trató varias veces de comenzar una línea intravenosa en sus brazos pero no pudo localizar una vena, dijo. "Cuando pierdes mucha sangre, el cuerpo absorbe toda la sangre de las piernas y de los brazos y la mantiene en la parte superior del cuerpo para mantener vivos al cerebro, el corazón y los riñones. Ella no tenía sangre en sus brazos o sus piernas y sus venas estaban planas", dijo. Luego trató en su cuello. "Fué un último recurso. No funcionó", dijo. "La línea del monitor estaba recta, no había ninguna actividad eléctrica en absoluto".

Requerido por el fiscal Mark Skurka de que clarificara su testimonio para el jurado, el paramédico dijo, "Significa que estaba muerta". Fredrickson también identificó un par de pantalones de mono teñidos en sangre y otras ropas que llevaba Selena cuando la llevaron al hospital, así como un anillo manchado de sangre que el paramédico había envuelto en gasa y entregado a la policía. Dijo que el anillo se cayó del puño de Selena en la ambulancia cuando le jaló el brazo para tratar de ponerle la línea intravenosa. El sargento de la policía de Corpus Christi John Betz, testificó que él y su amigo, un policía fuera de uniforme, el Sargento Bernardo Torres, estaban almorzando a dos cuadras del Days Inn cuando se enteraron del disparo. Los oficiales respondieron a la llamada en vehículos separados, con Betz persiguiendo por un corto tiempo la camioneta roja que creyó había tenido parte en el crímen.

Torres continuó al motel, donde le dieron una mejor descripción del vehículo. Mientras caminaba por el estacionamiento, vió la camioneta moviéndose despacio hacia él, luego estacionándose. Torres dijo que buscó cubierta detrás de un vehículo que estaba cerca, luego pateó la compuerta de cola de la camioneta de Saldívar para llamarle la atención. "Ella se volteó a mirarme", dijo. "Yo le mostré mi insignia y le dije que bajara la ventana. Ella la bajó hasta la mitad. Le dije que me mostrara sus manos, y ella levantó una y la sacó de la ventana. La otra mano permaneció abajo". Torres luego le preguntó a Saldívar si tenía algo que ver con el disparo reportado. "Ella dijo, `No, yo no. Tengo que llamar a San Antonio'". Por segunda vez, Torres le ordenó a Saldívar -- quien parecía calmada y lúcida -- que le mostrara las dos manos. "Luego ella se dobla y se lleva esta pistola a la sien", dijo. "Esa fué la primera vez que ví la pistola. Yo le apunté con mi arma y le dije que soltara su pistola. En ese momento, ella dijo que se quería suicidar. Ella lo estaba gritando". Betz, quien había regresado de una persecusión inútil, dijo que se acercó a la camioneta de Saldívar por detrás unos segundos antes de que se llevara la pistola a la cabeza.

Dijo que él y Saldívar se miraron por el espejo retrovisor de la camioneta. "Estábamos ojo a ojo y a sólo siete pies de distancia cuando sacó el revólver y se lo llevó a la sien", dijo. "Yo me heché para atrás y busqué cubierta. El oficial Torres y yo estábamos tratando de convencerla para que bajara el arma". Fuera del atento de suicidio, Betz testificó que Saldívar parecía "en control de la situación", excitándose sólo cuando los oficiales trataban de acercarse a la camioneta. La confrontación inicial con la policía se convirtió en un encuentro que duró nueve horas y media.